La ética de cuidar y compartir

“Cuida la tierra, cuida a las personas, comparte los excedentes”. ¿Por qué Bill Mollison y David Holmgren pusieron esos tres ladrillos de sus principios éticos antes que todo lo demás en su conceptualización de la Permacultura? Me parece que el diagnóstico del que partieron en los 70, con un sistema alimentario que ya estaba dominado por la lógica industrial, lo pedía. Cuando el propósito de un sistema es maximizar la rentabilidad, la ética que deriva de él, lo que el sistema "cuida", es esa rentabilidad. Cualquier comunidad viva que no sea útil a ese propósito se torna poco viable. Observando la industria alimentaria, vieron que era necesario reorientar el propósito de los sistemas humanos. ¿Fue un cálculo teórico?, ¿una corazonada? Para el biólogo chileno Humberto Maturana (El origen de lo humano, 1994)  la preocupación ética no se funda en la razón sino en el amor, entendido como la aceptación incondicional de la existencia de los otros y su legítimo valor intrínseco. Aceptación quizá se queda corto, nos necesitamos mutuamente, somos radicalmente interdependientes. 

Ahora ¿quién es el otro? El físico Fritjof Capra plantea en su libro “La trama de la Vida” (1996) que "todos los seres vivos son miembros de comunidades ecológicas vinculadas por una red de interdependencias. Cuando esta profunda percepción ecológica se vuelve parte de nuestra vida cotidiana, emerge un sistema ético radicalmente nuevo". En otras palabras, el cuidado de las comunidades humanas sólo tendrá sentido si lo que cuidamos primero es la red básica de soporte y reproducción de la vida.

"Al igual que no precisamos de la moral para respirar (...) [igualmente] si nuestro ‘sí mismo’, en el sentido más amplio, abarca a otro ser, no precisamos de ninguna exhortación moral para evidenciar cuidado". Arne Naes (citado por Capra), el filósofo-escalador-ecólogo profundo noruego nos recuerda que esa experiencia de amor es una ampliación de nuestro sentido de identidad hacia ese "verdadero cuerpo" de todos nuestros parientes, sean gente de otros colores, animales, plantas, ríos o bacterias. La preocupación ética no se funda en la razón, pero sí podemos usarla para lo que siempre la hemos usado: dar buenas justificaciones a nuestros anhelos y decisiones y buscar las mejores estrategias para movernos hacia allá.

 

*Por Marco Gutierrez Cocq, diseñador y docente de la Escuela de Diseño de la U de La Serena desde 1997. Cofundador en 2004 del proyecto Ecoaldea El Romero, en El Molle, comuna de Vicuña. Miembro de la Corporación ERES.  

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